Monoa

Arquitecta: María Luisa de Miguel González
Fotógrafo: Imagen Subliminal
Situación: Boadilla del Monte, Madrid
Fin de obra: 15/06/19
Fabricante de ladrillo: La Paloma Cerámicas

MONOA

La vivienda se sitúa en una parcela de poco más de mil metros y su mayor parte se desarrolla en planta baja, con una doble altura en el salón, que articula la pequeña área de dos plantas. Se cede a la calle la franja frontal de retranqueo, conformando un espacio abierto, que sirve de aparcamiento para visitas y dilata la calle, como una pequeña plaza. En un urbanismo de lindes cerradas y vallas continuas, sorprende por la generosidad al regalar este ámbito, del que la casa también se beneficia.

El programa resulta atípico y, paradójicamente, su novedad consiste en ser antiguo y casi olvidado: dar acomodo a un núcleo familiar formado por tres generaciones. De ahí la configuración en dos pabellones. Además, la organización de la planta supera la tradicional distribución de “dormitorios principales” y “de niños”: sea cual fuere la organización familiar, las estancias se ocuparán por decisión de sus habitantes, no por imposición de la casa.

Se buscan espacios de sombra, continuidad dentro / fuera (el cerramiento del patio se oculta y desaparece aspirando a que quede abierto de marzo a octubre), y que los recorridos por la casa sean circuitos sin fin, que la casa sea un espacio continuo donde correr de un lado a otro, jugar y escapar, sin recorridos con un final inevitable.

Dos materiales armonizados a través de su textura rugosa y vibrante:

  • Hormigón visto (en paramentos y techos) encofrado con tablero OSB, cuya textura lo convierte en un material casi vegetal, amigable y cálido.
  • Ladrillo cara vista rústico, aparejado con llaga de mortero bastardo de grueso similar al del ladrillo. La fábrica resultante rememora gratamente fábricas históricas, de cuando la materia, y no la química, era el principal recurso de la construcción.

Esta fábrica se ha empleado en los paramentos exteriores y en todas las particiones interiores, variando sólo el aparejo, al tresbolillo en exteriores y reticular en interiores. Así, gracias a esta fábrica interior, se expresa el deseo de que cuando la casa esté abierta (que es su sueño) su materialidad lo asemeje a un exterior cubierto.

Se ha empleado el ladrillo en jambas a galleta, recercando ventanas, produciendo salientes a modo de repisas en exteriores, estancias, baños…La radicalidad del amor al material lleva incluso a que en las duchas el ladrillo quede visto, impermeabilizado con una imprimación transparente.

En fin, el ladrillo como juego, todo un placer.